lunes, 3 de diciembre de 2012

Mensaje de Adviento y Navidad
del Cardenal Arzobispo de Caracas
"NAVIDAD EN EL AÑO DE LA FE"
Queridos hermanos: Nos encontramos ya muy cerca de la Navidad. Junto con la Pascua de resurrección ella es una de las celebraciones religiosas  más grandes de la Iglesia Católica y del mundo cristiano en general. Este 2012 la celebraremos en el curso del AÑO DE LA FE, convocado por el Papa Benedicto XVI para invitarnos a todos los católicos del mundo a renovar nuestra adhesión a Cristo, nuestra vida cristiana, y sentir la alegría de nuestra identidad católica. El Adviento prepara para celebrar con un corazón renovado el nacimiento de Jesús: El Hijo de  Dios se hizo carne en el vientre purísimo de María Santísima, y nació en Belén para que todos los seres humanos, acogiéndolo por la fe,  glorifiquemos a Dios  con nuestras vidas, y trabajemos fervientemente por la paz entre los hombres.
EL AÑO DE LA FE
Durante estas semanas la Iglesia nos invita a acercarnos más a Dios, a dejar a un lado la indiferencia religiosa y el pecado; a fortalecer nuestra vida cristiana con la oración y la recepción de los sacramentos, así como con la mortificación  de nuestros gustos. Además, en este Año de la Fe convocado por el Papa, vivir el Adviento y celebrar la Navidad, implica reflexionar seriamente sobre el don maravilloso de la fe  que hemos recibido, valorarla,  celebrarla, y vivir de acuerdo a ella. María Santísima, una de las figuras claves del Adviento y la Navidad, es ejemplo vivo de la fe que debemos profesar: se trata de acoger a Dios en nuestras vidas, y de actuar de acuerdo a su Palabra, que es palabra de vida eterna. Cristo mismo nos lo dice: “su alguno me ama guardará mi palabra” (Jo 14, 23). Los venezolanos somos dados a profesar nuestra fe, pero a descuidar las consecuencias existenciales y morales de la misma. No podemos decir que somos auténticamente cristianos si vivimos al margen de la Ley de Dios. Recordemos las palabras de Jesús: “no todo el que me diga: “Señor, Señor”… entrará al Reino de los Cielos., sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial” (Mt 7, 21). Ese sí entrará al Reino de los Cielos” Creer en Jesucristo, nuestro Señor implica cumplir los mandamientos, amar a Dios por sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos.  Por eso la fe cristiana tiene consecuencias e implicaciones sociales. El odio, la violencia, el rencor, hacer daño al prójimo,  la corrupción administrativa,  están reñidos con nuestra fe y son falta grave contra Dios. La indiferencia religiosa, el descuido de nuestra práctica religiosa, es una grave ofensa a Dios. Por eso, los invito en este Adviento a renovar la alegría de ser cristianos, y a reafirmar nuestro compromiso moral de vivir y celebrar nuestra fe, especialmente todos los domingos, con la participación en la Misa dominical. Rechacemos la patraña idólatra y falsa de un inexistente “espíritu de la navidad”, y reafirmemos nuestra fe en Cristo nuestro divino Salvador
NUESTRA IDENTIDAD CATÓLICA
En esta Navidad, al contemplar el Pesebre - que no debe faltar en ningún hogar-, los invito a sentir la alegría de nuestra identidad católica, de nuestra gloriosa condición cristiana de hijos de Dios, discípulos de Jesucristo, y miembros de nuestra Santa Iglesia Católica. Por la fe, llegamos a ser hijos de Dios, es decir, semejantes a Cristo, templos vivos del Espíritu Santo, y partícipes de la naturaleza divina (2 Pe 1-4). Además, la fe nos hace discípulos y hermanos de Jesús, el Divino Maestro, que no puede engañarse ni engañarnos, y tenemos la seguridad de ir por el sendero seguro hacia la felicidad y la vida eterna. Y también, la fe nos hace miembros del pueblo de Dios, la Santa Iglesia Católica, el nuevo pueblo elegido, la comunidad de los creyentes, donde el Señor se hace presente por su palabra y de manera especial por los sacramentos. Los invito a valorar nuestra identidad, a  la cual accedemos por el don de la fe y por el bautismo. Los invito  a estar a la altura de ella, dejando a un lado el respeto humano. En un mundo secularizado, que prescinde de Dios, nosotros sabemos que El existe, que es bueno y poderoso, y está con nosotros; sabemos que su amor se ha derramado en nuestros corazones. Por eso, no debemos nunca avergonzarnos de nuestra fe. Por el contrario, debemos valorarla cada vez más, pues es un tesoro que nos comunica la luz de Cristo, quien nos dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me siga no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. (Jo 8,12). Por esas razones, en este Año de la Fe, hemos de estudiarla, rezar con frecuencia el Credo, intensificar más la oración y, sobre todo, recibir los sacramentos, en especial  la Eucaristía, participando en familia cada domingo, Día del Señor, en la Santa Misa. CONCLUSIÓN: Los invito a celebrar una Navidad muy fervorosa, de renovación de la fe, de compromiso fraterno y solidario con nuestros hermanos los más pobres. Vayamos la Misa de Navidad el 24 por la noche o el 25, y comencemos bien el año participando en la Misa de Año Nuevo, bajo la protección amorosa de María, a quien proclamamos Madre de Dios. A su  amparo nos acogemos y a ella  encomendamos el destino de nuestra Patria durante todo el próximo año 2013. Con mi afectuosa bendición episcopal,
+JORGE UROSA SAVINO,
CARDENAL ARZOBISPO DE CARACAS.
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario