Los narcosobrinos y el
silencio presidencial
Publicado
por Ludmila Vinogradoff el nov 21, 2016 - ABC de ESPAÑA
Hay silencios muy ruidosos. Y uno de ellos
es el que asumió el presidente venezolano Nicolás Maduro para no hablar del
escándalo que protagonizan sus sobrinos al ser declarados culpables de
narcotráfico por una corte de Nueva York mientras insulta a sus enemigos
opositores amenazándolos con demandarlos por “locos”.
Ya es habitual que el sucesor de Hugo
Chávez insulte y amenace a sus adversarios al igual que lo hacía su padre
político. E incluso se permite superarlo en los decibeles pero careciendo de su
carisma y el apoyo popular del que gozaba su antecesor.
La crispación en Venezuela ha alcanzado
niveles de locura. Los presidentes del Ejecutivo y el Legislativo se han hecho
mutuas acusaciones de ser supuestos “locos” y lanzado amenazas para demandarse
por insania mental. No obstante, la pareja presidencial ha hecho mutis sobre el escándalo
de sus sobrinos que han sido condenados por narcotráfico en los EEUU.
Los también denominados “narcosobrinos” de Nicolás Maduro
y su mujer y diputada Cilia Flores:
Efraín Antonio Campos Flores y Franki Francisco Flores de Freitas, de 30 y
31 años, esperan por su condena tras haber sido declarados culpables por
conspirar en el tráfico de drogas de 800
kilos de cocaína, la que iba a ser transportada desde Venezuela hacia
los EEUU vía Honduras.
El proceso penal tuvo lugar en la corte
del Distrito sur de Nueva York el viernes pasado. Los sobrinos fueron
capturados con pasaporte diplomático venezolano por la DEA en Puerto Príncipe,
Haití. La condena en prisión puede llegar hasta la cadena perpetua.
Los líderes de la oposición como el
gobernador Henrique Capriles y el
diputado Julio Montilla han
planteado investigar a la pareja presidencial por el caso de sus sobrinos en la
Asamblea Nacional. Maduro tiene
pendiente un juicio político en el parlamento por su responsabilidad en la
crisis que padece el país.
“El primer interesado en que todas las
posibles implicaciones de este caso, que salpiquen a la maquinaria del Estado,
queden resueltas, aclaradas, debería ser el Estado mismo”, indicó Jesús “Chúo” Torrealba, para quien no
se trata de un ataque a una familia, ni de un “chisme”, sino de un hecho
probado ante un tribunal competente.
“Esas dos personas tuvieron declaraciones
a lo largo de este proceso que pudiesen implicar, que pudiesen salpicar, a
estructuras del Estado venezolano. Eso tiene que ser investigado por una
administración de justicia y por un país que aborde este tema sin miedo”, insistió el secretario
ejecutivo de la Unidad Democrática.
Todos los dirigentes de la oposición han
pedido que el presidente Maduro se
pronuncie sobre el caso de sus sobrinos pero ha guardado un total hermetismo. Sin
embargo, el mandatario no ha parado de insultar a los opositores y bailar salsa
en sus dos programas televisivos “En
contacto con Maduro” y “así es la salsa”, elevando la indignación de los
venezolanos por el tono de burla y cinismo con que emite la transmisión en
cadena oficial mientras el país se cae a pedazos.
Maduro reclamó a la oposición que lo respete. Lanzó
insultos contra Henry Ramos Allup y el alcalde de Sucre, Carlos Ocariz. “Este
viejo está loco, pero loco de bolas”, dijo al referirse al presidente del
Parlamento. Mientras que al alcalde del municipio Sucre y representante de
Primero Justicia en la mesa de diálogo lo llamó inmaduro: “¡Ocariz, cumple
mijo! Que tú cambies no depende de mí pero tú sí puedes”, señaló el
mandatario.
Por su lado Ramos Allup dijo que Maduro
“sueña
conmigo todos los días” y “me ha convertido en la obsesión del Jefe de Estado.
No hay acto, evento, cadena de radio y televisión que no se refiera a mi
persona”. “Es decir que me van a demandar y que porque estoy loco, el loco
es otro”, dijo Ramos Allup. “Un
loco peligroso que además de robar, de violar la Constitución, de haber
ejercido el peor Gobierno que empezó su mentor, le ha robado la comida a la
gente, a los niños y a la mujer, la medicina a los enfermos y la seguridad a
los ciudadanos”, destacó.
Así, Maduro insulta y carga contra sus
adversarios para desviar la atención y silenciar el escándalo de sus sobrinos,
una estrategia que le ha dado buenos resultados para mantenerse a flote
mientras su propio pantano lo va sumergiendo.
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