¿El negoción de los
chinos
en Venezuela?
Hace cinco años que se
comenzó a construir en Venezuela la fábrica de electrodomésticos de la empresa
china Haier, pero aún no ha producido ni un solo artefacto que llegara a las
tiendas.
A pesar de todo, sus lavadoras y neveras son casi
las únicas que se consiguen en Venezuela: vienen directo de China. Haier ha facturado unos US$1.000 millones en el
país por cerca de tres millones de electrodomésticos vendidos.
Hasta ahora el gobierno en Caracas desembolsó US $800 millones prestados por China para
erigir la planta de Haier. Pero
la fábrica todavía no despacha los primeros refrigeradores esperados hace tres
años, según documentos oficiales recopilados por la agencia británica de
noticias Reuters.
Mientras la mayoría de las empresas extranjeras
sufre por los controles cambiarios y la escasez de materias primas, firmas
chinas como Haier están haciendo un gran negocio en Venezuela gracias a
acuerdos bilaterales de cooperación que les dan acceso privilegiado a la
economía y dejan los riesgos al Gobierno.
Haier aseguró a que su
planta está lista para producir en masa, pero falta que otras instalaciones
complementarias se pongan en marcha, sin dar mayores detalles.
"Si bien la
cooperación en el país se inició a través de proyectos para vender
electrodomésticos, esto se ha convertido en un compromiso más profundo para
servir a nuestros clientes en Venezuela", dijo la empresa china.
Pero hasta ahora no ha sido tan profundo como se
prometía. El gobierno socialista venezolano había dicho que su alianza con
China sería motor de desarrollo e industrialización de un país cada vez más
dependiente de las importaciones.
Chinas, gracias a un esquema acordado por el
fallecido presidente socialista Hugo Chávez hace ocho años, se ha convertido en
el principal financista de Venezuela con préstamos por US$50.000 millones que
son pagados con petróleo. Y parte de ese dinero se destina a comprarle a la
propia China.
El mecanismo garantiza a Venezuela efectivo y
productos en medio de la recesión económica, pero a cambio otorga muchas ventajas a China.
Retrasos.
Decenas de documentos
oficiales demuestran que el gobierno chino promovió la venta a Venezuela de
productos y maquinaria de empresas de su país, incluso para algunas plantas que
desde hace tiempo debieron haber encendido sus máquinas.
Por ejemplo, el fabricante de autobuses Yutong y la proveedora de maquinaria
pesada XCMG aseguraron órdenes de compra por más de US$1.100
millones, entre el 2011 y el 2013 tras asociarse en fábricas que están en
construcción.
Una calurosa tarde de julio del año pasado, el
presidente Nicolás Maduro
mostró en televisión las primeras excavaciones para instalar los cimientos de
la futura planta de autobuses chinos Yutong,
al oeste del país.
Mientras la cámara seguía al mandatario, reposaban
detrás suyo decenas de ómnibus Yutong,
que le costaron a Maduro, un ex chofer de autobús de 52 años, cerca de US$353
millones, costeados con financiamiento chino, según reportes de la agencia de noticias oficial, AVN.
El presidente había dicho que la factoría de Yutong estaría lista en 15 meses. Pero
cuando se cumplen once de ellos, los obreros dicen estar trabajando en levantar
las estructuras de metal de los tres galpones y adecuar el terreno para
construir las vías de acceso.
La empresa XCMG,
que
aún no decide dónde instalará su planta en el país, prefirió no hacer
comentarios. Yutong no respondió a una petición similar.
Poca
inversión.
El gobierno venezolano asegura que las inversiones
chinas en Venezuela son un voto de confianza a su modelo socialista.
"Que la principal
economía del mundo, diga y crea en nuestro país, tiene que ser motivo de
orgullo", dijo el ministro de Planificación venezolano Ricardo Menéndez, jefe de la comisión
que hace seguimiento a los convenios con China.
Pero una revisión de documentos oficiales, que
describen unos 200 proyectos apalancados por los convenios con China hasta
julio de 2014, revela que rara vez las compañías de ese país
invierten para entrar a operar en Venezuela.
Lo más habitual es que organismos estatales de
Venezuela usen los fondos para construir plantas, acueductos o modernizar
centrales azucareros, utilizando equipos y asesores que preferiblemente
proporcionan empresas chinas.
"Un denominador común
en todos los acuerdos de financiamiento con China es que los proyectos se
ejecutan por empresas de ese país", dijo una
fuente de la estatal Petróleos de
Venezuela (Pdvsa), que participa en las negociaciones para conseguir en
Pekín un crédito especial de US$5.000 millones para la industria.
Más allá de esos contratos, en nueve casos Reuters
encontró que compañías chinas aceptaron ser socios en empresas mixtas, nunca en
un rol mayoritario, en proyectos que recibieron apoyo del convenio binacional,
como es el caso de Haier y Yutong.
El ministro Menéndez
definió como "positivo" el resultado de estas empresas y cita como
ejemplo las fábricas de celulares que se instalaron en alianza con Huawei y ZTE, que han ensamblado en el
país millones de teléfonos móviles. El ministerio de Industria no
respondió a solicitud de más información sobre estas empresas mixtas.
"Se podría decir que
la cooperación entre China y Venezuela en la práctica (...) ha dado buenos
resultados", apuntó Lu
Kang, un portavoz de la Cancillería de ese país, sin dar mayores detalles.
Mercado cautivo.
"A la nevera de la
casa se le dañó el motor y no hay repuestos para repararla. Así que vine a
buscar una nevera de estas chinas", dijo Ivonne
Terán, una jubilada de 59 años detrás de una cola de 50 personas que
aguardaba entrar a una tienda que sólo exhibía cajas de la marca Haier al este de Caracas.
Como Terán, muchísimos venezolanos
compran los productos chinos, que reinan en los anaqueles semivacíos de las
tiendas.
Al aliarse con el gigante asiático, Venezuela no
sólo consiguió mantener el flujo de los productos, también el necesario acceso
al crédito en un momento complicado.
Wall Street ha encarecido el financiamiento para Venezuela por
temores a un default, porque el país tiene que cancelar 25% de sus vencimientos
de deuda antes del 2018.
China, en cambio, ha seguido prestando en los
últimos años más de US$10.000 millones, fundamentales para el país que ha
tenido problemas de liquidez tras el derrumbe del barril de crudo.
Y la potencia asiática anunció que seguirá haciendo
aportes al fondo binacional que alimenta.
A cambio, Venezuela le
envió 630.000 barriles por día (bpd) el año pasado, según indica la data
oficial, y con parte de ese crudo que despachan ya canceló más de la mitad de
los créditos.
Fue en 2007 cuando los socios acordaron la creación
del Fondo China-Venezuela que se
renueva cada tres años y al que el gigante de Asia ya prestó unos 30.000
millones de dólares a través de su Banco de Desarrollo (CDB). En 2010, China aportó US$20.000 millones adicionales
a pagar en diez años.
La mitad de ese crédito a largo plazo era en yuanes
para financiar la importación de productos chinos a Venezuela.
Menos
obstáculos.
Las marcas chinas han
desembarcado para vender desde grúas hasta teléfonos celulares en un país donde
se hacen horas de cola para comprar bienes básicos como leche o papel higiénico.
En contraste, compañías estadounidenses como Ford o General Motors han reducido al
mínimo sus operaciones locales por la falta de insumos ante la sequía de
divisas, y otras firmas se apresuran a desconsolidar sus activos en Venezuela o,
definitivamente, dejar el país.
Cabe destacar que La alianza binacional ha
permitido que las empresas chinas eludan los controles cambiarios que Chávez
lanzó en 2003.
Por ejemplo, la automotriz china Chery Automobile
Co no ha tenido problemas para recibir
las divisas y enviar piezas a Venezuela, donde una empresa mixta ensambla los
autos de la marca, dijo una fuente de Chery en Beijing que asesoró a la firma en Venezuela y que
pidió no ser identificada por no estar autorizada a declarar.
En los primeros once meses del 2014, llegaron a
Venezuela más piezas de esa marca china para el ensamblaje de sus vehículos que
las que trajeron General Motors y Ford
juntas, según datos portuarios que revisó Reuters.
Las socias chinas hacen buen negocio, aún cuando las
empresas de capital mixto venezolano-chino no cumplen las metas de producción.
La industria Chino
Venezolana del Taladro (ICVT) no llegó a producir en el país lo que se
necesitaba, aunque recibió ayuda del fondo chino. Sólo ensambló 13 taladros petroleros entre el 2010 y el 2011 en una
planta ahora inactiva.
Su socia, la petrolera venezolana Pdvsa terminó comprando otros 86
taladros a China entre el 2010 y el 2012, según la empresa estatal.
Chávez, en plena campaña
para reelegirse presidente en el 2012, celebró la alianza con China para
construir la planta de electrodomésticos de Haier en el pueblo rural de San
Francisco de Yare, a unos 70 kilómetros al sur de Caracas.
"Ahorita estamos
trayéndolos para acá, pero ya llegará el día en que nosotros, aquí, haremos
todo eso", dijo entonces el líder venezolano, que falleció de
cáncer en el 2013.
Hasta ahora lo único que se construyó es un inmenso galpón blanco, y
casi no hay actividad en las calles de tierra a su alrededor.
"La verdad es que
estos préstamos no generan nuevos puestos de trabajo ni inversión en Venezuela,
más bien los están creando en China", dijo Harold Trinkunas, un
economista Brookings Institution que
ha monitorizado las inversiones chinas en la región desde Washington.
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