La verdad sobre el nutriente más satanizado de la
dieta
GRASAS, BUENAS
Y MÁS QUE NECESARIAS
“A comer
grasas de las buenas”, es el
reciente llamado que hace la campaña Juntos contra la malnutrición, a propósito
del Día de la Alimentación. ¿Por
qué son necesarias para la salud? ¿En cuáles alimentos se encuentran? ¿Cómo
diferenciarlas las mejores? son
algunas interrogantes que responde este nuevo capítulo del programa de
orientación nutricional, en el que trabajan desde hace 11 años la Fundación
Bengoa y Farmacia SAAS
Lejos de
lo que pudiera cree el común de la gente, comer sin cierto tipo de grasas es
altamente perjudicial para la salud. Las grasas aportan 9 kilocalorías por
gramo (5 más que los carbohidratos y las proteínas), por lo que son una fuente
importante de energía sobre todo para los infantes, ancianos y personas
enfermas. Además son necesarias para que el organismo pueda cumplir con ciertas
y vitales funciones, como ayudar al desarrollo del sistemas nervioso central,
transportar vitaminas liposolubles, producir colesterol bueno, elaborar bilis y
hormonas, entre otras no menos importantes.
Los
expertos de la Fundación Bengoa
explican que un consumo adecuado de grasas debe cubrir de 20 a 35% de la
energía que requiere una persona a diario. Una ingesta menor a la indicada,
acarrea problemas de insuficiencia de ácidos grasos esenciales y en la
producción de las vitaminas liposolubles (A,D,E y K). “Conviene entender que una dieta
totalmente libre de grasas es una dieta letal, y que nuestra alimentación debe
priorizar el consumo de grasas saludables”, sentencia el Dr. Virgilio Bosch, presidente de la
Fundación.
Se consideran grasas saludables aquellas, que por la
composición de los ácidos grasos, se clasifican en saturadas,
monoinsaturadas y poliinsaturadas. Las saturadas se encuentran en la leche entera, quesos,
mantequilla, manteca, carnes, aves,
aceites de palma y de coco. Las grasas poliinsaturadas, en los aceites de soya, maíz o girasol,
linaza, ajonjolí, maní, almendras, nueces, huevos y pescados como la sardina,
el atún, la trucha o el salmón.
Las monoinsaturadas se encuentran en el aceite de oliva, aceitunas, aguacate,
maní, chocolate negro y en el lomo de cerdo.
“Hay unos
ácidos grasos esenciales para la vida, fundamentalmente el linoléico (omega 6)
y el linolénico (omega 3). Estos ácidos grasos intervienen en numerosos
procesos de regulación metabólicas como en la inmunidad, inflamación,
desarrollo y control hormonal. Sin ellos
la vida es imposible”, asegura el Dr. Virgilio Bosch, presidente de Fundación Bengoa.
No es del
todo correcto, precisa Bosch,
hablar de grasas malas y buenas, “lo que hay son cantidades de grasas
inadecuadamente distribuidas en nuestros alimentos”. Advierte que un caso aparte son los ácidos grasos trans, que resultan de los procesos de hidrogenación industriales. “Éstas
han demostrado ser tóxicas y están siendo sometidas a severas restricciones en
todo el mundo por lo que se debe evitar su consumo y en este sentido, siempre
revisar que la etiqueta nutricional de los alimentos que escoja en el mercado
señale “0 trans”.
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