¿Metro de Caracas?
¡VIAJE EN RETROCESO!
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Tania Hernández vive en Caricuao y
trabaja en una tienda en la avenida Casanova. El colapso bajo tierra que vive
casi a diario en las líneas 4, 2 y 1, obligó a que le cambiaran su horario de
trabajo, pues un recorrido que antes hacía en 30 minutos, ahora le toma más
de una hora. “Este año los retrasos han sido
constantes y graves, hay días que he tardado hasta cuatro horas. El Metro se
ha convertido en una especie de pareja que te maltrata pero de la cual no te
puedes separar”.
En esta relación maltrecha, lo que más irrita a los usuarios son los
retrasos en la llegada de los trenes por fallas eléctricas o mecánicas. Esto sin contar
que de 376 escaleras mecánicas que posee el sistema, más de la mitad
están paralizadas total o parcialmente. Entre 50% y 60% de los torniquetes se
encuentran inoperativos, lo que reduce la recaudación en un 25%, y más
de 70 % de las estaciones de las Líneas 1,2 y 3 tienen fallas de aire
acondicionado.
La movilidad flaquea todos los días y a cualquier hora. Con el
transporte superficial mermado (más de 80% de las unidades están paralizadas
por la escasez de repuestos, según el gremio), las personas caminan más y
buscan el Metro como alternativa. Las estaciones se saturan y se hace
evidente la crisis de un servicio público que fue pionero en América Latina
en la década de los 90.
Adriana Mendoza, quien viaja
diariamente desde Los Teques hasta el este de Caracas para trabajar, le
preocupa la inseguridad. “Cuando hay cortes eléctricos los
pasajeros quedamos a la deriva. Y ahora hasta bombas lacrimógenas limitan el
servicio, cuándo se había visto eso”.
El subterráneo caraqueño pasa por su
peor momento desde su inauguración en 1983. Aunque fue diseñado para
transportar a 700 mil usuarios, moviliza diariamente 2.5 millones de personas
a través de todas sus líneas, la mitad de la población de
Caracas. Subirse a un autobús cuesta 750 veces más que el boleto simple
del Metro de Caracas, que no está en condiciones para asumir a los usuarios
que migran al sistema.
Casetas cerradas y la falta de personal operativo, técnico y de
taquilla marcan la ruta del deterioro. Según la ONG Familia Metro, desde 2015 se han ido más de mil empleados por
razones políticas y por las malas condiciones salariales; pese a todo ello,
denuncian que la nómina actual sobrepasa los 11 mil trabajadores.
Alberto Vivas, vocero de la ONG,
destaca que es una nómina inflada que
no se corresponde con el crecimiento del sistema, pues mientras ésta se ha
multiplicado 231,57%, la red de estaciones operativas apenas ha crecido 25%,
con los 12,97 kilómetros inaugurados de las líneas 3, 4 y 5 en los últimos 20
años. “En 2003 había 4.750 trabajadores activos; no se justifica que la
nómina actual sea de más de 11.000”.
También se trata de un problema gerencial y de continuidad en las
políticas públicas. En sus
primeros 22 años la compañía Metro de Caracas tuvo dos presidentes y se
construyeron 40 estaciones. Entre 1999 y 2018 han pasado 15 ejecutivos por la
compañía dependiente del Ministerio de Transporte y solo se han construido 9
estaciones en Caracas y 4 en el Metro Los Teques.
Con un boleto cuyo costo es simbólico, como parte de una política
populista, el servicio del Metro
no es autosustentable. Celia Herrera, presidenta de la Sociedad Venezolana de Ingeniería de Transporte
y Vialidad, plantea que las fallas constantes tienen su origen en la
desinversión y la falta de mantenimiento. Además de la taquilla, las
otras dos fuentes de ingresos propios del Metro son los alquileres de los
locales comerciales y la publicidad que se coloca en las carteleras o trenes.
Pero este espacio ha ido en detrimento y en lugar de anuncios publicitarios,
se exhibe la propaganda del Estado.
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