Existen diversas
escalas para
medir las dolencias y hacer un diagnóstico
certero
PRESTE ATENCIÓN CUANDO EL NIÑO DIGA
QUE ALGO LE DUELE
Las quejas de los
niños pueden ser mal interpretadas como un gesto de malcriadez, restándole
importancia al dolor que pueden estar sintiendo. En la especialidad de
pediatría, la valoración y el tratamiento de este síntoma clínico, adquieren aún
más relevancia cuando el paciente acude a una consulta sin saber manifestar con
claridad la intensidad y la localización de su dolencia.
Al respecto, el especialista en terapia intensiva
pediátrica, Huníades Urbina-Medina, comentó que la forma en que se manifiesta el dolor en
los infantes suele ser un poco más lenta que en los adultos. “Esto hace que un niño se pueda caer en presencia de
un adulto, se levanta, y luego al rato empiece a quejarse. Por lo que muchas
personas interpretan ese gesto como un acto de malacrianza”, detalló.
De acuerdo a la Asociación
Internacional para el estudio del dolor, y sus siglas en inglés (IASP), este síntoma se define como “toda aquella
experiencia emocional y sensorial desagradable asociada a un daño tisular o
potencial”. Por esta razón, esta afección, dispone de ciertas escalas de medición que son usadas durante la
consulta con el pediatra para detectar el grado de la dolencia.
“Existen patrones
de valoración para los pacientes menores de 3 años de edad, quienes aún no
tienen la capacidad de expresarse, como es el caso de un recién nacido o
lactante. De acuerdo al conocimiento suministrado por la madre o el padre sobre
cómo se sientan, lloran, y todas las reacciones no comunes son evaluadas”, afirmó el galeno.
En edad escolar, entre los 4 y 6 años
de edad, son usadas las escalas de las caras. “En este caso, se le pregunta al niño que se identifique
con la cara que se le presenta, y de esa forma se da con la escala numérica del
dolor. Y en los más grandes, ya se le cuestiona sobre la parte del cuerpo que
más le molesta” explicó el
especialista.
Por otra parte, el galeno especificó que los receptores
susceptibles al dolor empiezan a formarse a partir de la sexta semana de
gestación. “A medida que el feto se acerca a su etapa de formación final y se completa
la mielinización hacia el tálamo y la corteza cerebral, las vías anatómicas y
neurosensoriales necesarias para la percepción del dolor ya están en
funcionamiento”, acotó.
Como recomendación, el especialista destacó lo
siguiente: “El paciente tiene el derecho de que su dolor sea tratado y es nuestro
deber hacerlo con eficiencia. Por eso, hay que conocer las edades y las escalas
para poder entender y evaluar al paciente adecuadamente. Y siempre creerle al
niño cuando dice que algo le duele”.
La declaración del doctor Urbina-Medina se dio en el marco del Congreso Nacional de Pediatría 2014, llevado a cabo en la ciudad de Maracaibo, con el
auspicio de Novartis de Venezuela. Durante el evento, el especialista
en terapia intensiva pediátrica presentó el simposio titulado “Actualización: Dolor en Pediatría”, orientado a promover las mejores
prácticas para el abordaje integral de las dolencias en los pacientes
pediátricos.
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