¡Atención! ¡Alerta! ¡A PONERNOS las pilas!
DETECCIÓN TEMPRANA DEL
ALZHEIMER
GARANTIZA AÑOS DE CALIDAD DE
VIDA
El Alzheimer es la forma más común de demencia y tiene
como característica inconfundible la falta de memoria. En general, hay muchas inquietudes en la población
cuando se presentan alteraciones de los recuerdos, pensamientos y conductas.
Muchos se preguntan: ¿Cuándo es normal olvidar el teléfono o mi cartera?
Según la neuropsicóloga, estas situaciones debemos encender las alarmas;
pues pocas veces serán simplemente por distracción y menos si suceden con
frecuencia. Además, aclara que cuando se evalúa un posible caso de Alzheimer, se deben
atender con cuidado los compromisos cognitivos o alteraciones conductuales que
causan un deterioro significativo laboral o social, ya que es un error pensar
que es propio de la edad que una persona se presente inquieta, terca, diga cosas extrañas y se muestre agresiva con quienes
están a su alrededor comúnmente.
Esto puede obedecer a un deterioro cerebral que merece ser evaluado.
Goncalves
enfatiza sobre la importancia de realizar la detección temprana de esta
enfermedad. “Lamentablemente la mayoría de las veces el paciente acude a consulta
cuando ya la patología está muy avanzada, por lo que el tratamiento va dirigido
a enlentecer el proceso de deterioro. Sin embargo, cuando se diagnostica
tempranamente logramos no solo enlentecerlo sino que además ganamos calidad de
vida por años, para el paciente y para su familia”, señala.
En la actualidad, según informa la especialista -quien también es
Directora del Grupo Sinapsis- hay 25
millones de personas con Alzheimer en todo el mundo y se estima que, para el 2050, alcanzará la cifra de 100 millones. “Sin embargo, si se logra reducir un solo año la
presentación clínica de este mal, es decir, si logramos hacer más prevención y diagnósticos
tempranos, se podrán reducir 20 millones de casos, lo que sin duda
representaría un adelanto inmenso sobre todo para regiones como América Latina,
donde se observa el mayor incremento de casos”.
Lo que se
puede cambiar
El Alzheimer tiene causas modificables y no modificables. En el segundo grupo están la edad y la herencia; sin embargo, la comunidad médica está enfocada en
aquellos factores que puede cambiar, a fin de alejar la posibilidad de padecer
la enfermedad o retardar la aparición de la misma.
Entre estos están:
los riesgos vasculares, enfermedades sistémicas, depresión, hipertensión (presentada
a la edad media de la vida) inactividad mental, sedentarismo, fatiga crónica, bajo
nivel educativo, poca capacidad intelectual, ansiedad y estrés sostenido. “Hay que tener
especial cuidado con esta condición pues en muchas ocasiones atribuimos al
estrés los problemas con la memoria y no le prestamos la atención debida. Lo
mismo ocurre con la edad, cuando pensamos que son normales los olvidos cuando
avanzan los años. Es importante consultar al especialista a fin de que se
realice una evaluación exhaustiva y descartar cualquier condición irregular de
manera oportuna”, puntualiza
la neuropsicóloga.
El Alzheimer se puede enfrentar a nivel no farmacológico con “cambios en el
estilo de vida, aprender a manejar el estrés, hacer ejercicios físicos, seguir una
dieta mediterránea (comprobada como altamente neuroprotectora), controlar el
peso (ni elevado ni muy bajo), fomentar reserva cognitiva con actividades que
estimulen el cerebro, cuidar la salud y llevar un estilo de vida saludable”, enumera Goncalves.
El tratamiento farmacológico actual incluye varios medicamentos, entre
los que se encuentra la rivastigmina, ideal para las fases más tempranas
de la enfermedad y que mejora significativamente la función cognitiva. Además,
su presentación en parches es la única terapia transdérmica indicada para este
tipo de pacientes, proporcionando efectividad, seguridad y comodidad.
“Si bien las
medicinas no curan el Alzheimer, sirven
para retrasar su evolución, ya que enlentecen el proceso de deterioro y eso ya
es bastante, pues se conseguirá que el paciente funcione mejor y con más
capacidad de independencia hasta etapas más tardías de la vida. Además, esto repercute
favorablemente en la calidad de vida del paciente y del cuidador que –como
sabemos– se ve afectado por toda la carga emocional y el desgaste físico que impone
la enfermedad”, finalizó la
doctora María Olivia Goncalves.
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