Tras el ébola y el zika, la mayoría de los países
siguen sin estar
preparados para una pandemia
A pesar de los avances logrados desde las crisis del
zika y del ébola,según el informe que publica hoy el Grupo Internacional
de Trabajo sobre Financiamiento para la Preparación (IWG, por sus siglas en
inglés), establecido por el Banco Mundial, la mayoría de los países no están
adecuadamente preparados para una pandemia y el mundo sigue sin hacer lo
suficiente para financiar las acciones recomendadas orientadas a fortalecer la
preparación frente a las pandemias.
En el informe, titulado From Panic and Neglect to Investing in Health Security:
Financing Pandemic Preparedness at a National Level (i)
(Del pánico y la desatención a la inversión en seguridad sanitaria:
Financiamiento de la preparación para las pandemias a nivel nacional), se
formulan 12 recomendaciones para asegurar el financiamiento adecuado de las
capacidades e infraestructura necesarias para prevenir, identificar, contener y
responder a brotes de enfermedades infecciosas. Son muchos los países en los que
es crónica la escasez de inversión en funciones esenciales de la sanidad
pública, como la vigilancia sanitaria, laboratorios de diagnóstico y centros de
operaciones de emergencia, que permiten la identificación y el control precoz
de esos brotes. Hasta la fecha, son 37 los países que han completado las
rigurosas evaluaciones revisadas por pares, denominadas Evaluación Externa
Conjunta, sobre su capacidad de preparación para identificar carencias y
necesidades. Sin embargo, esta cifra significa que hay 162 países que no las
han hecho. Y, además, solo dos de los países que las han completado han
utilizado los resultados para elaborar planes con estimación de costos. El
informe insta a los Gobiernos a dar prioridad al financiamiento de la
preparación en sus presupuestos nacionales, tal como deberían hacer los
donantes internacionales.
No invertir lo suficiente en la preparación para una pandemia pone vidas
en peligro y es un mal planteamiento económico. Las consecuencias de una
pandemia grave pueden ser millones de muertes y billones de dólares, e incluso
brotes más pequeños pueden costar miles de vidas y causar un daño económico
inmenso. Las estimaciones más conservadoras sugieren que las pandemias
destruyen entre el 0,1 % y el 1,0 % del producto interno bruto
mundial, de forma comparable a otras amenazas globales como el cambio
climático. Según algunos estudios económicos recientes, el costo global anual
de pandemias entre moderadamente graves y graves es de aproximadamente
USD 570 000 millones, o el 0,7 % de los ingresos mundiales.
“La preparación a nivel nacional es la primera línea de defensa contra
las amenazas de pandemia y, por lo tanto, el fundamento de la seguridad
sanitaria universal. Sin embargo, hemos invertido menos de lo debido en las
capacidades y la infraestructura esenciales para la preparación”, señaló Peter
Sands, ex director general del Standard Chartered Bank, presidente del IWG y
catedrático emérito de la Universidad de Harvard. “Dada la magnitud del
riesgo que supone para la vida humana y los medios de subsistencia, resulta
apremiante la cuestión de la inversión para financiar la preparación. Tenemos
que conseguir que se haga realidad”.
La preparación para las pandemias previene, detecta y responde a la
propagación de las enfermedades tanto en los humanos como en el ganado que
tiene estrecho contacto con ellos. En los últimos 30 años se ha observado un
aumento constante en la frecuencia y diversidad de brotes de enfermedades. Sólo
en las últimas semanas, por ejemplo, el ébola ha vuelto a aparecer en la
República Democrática del Congo por octava vez, contabilizándose, hasta el 23
de mayo, cuatro muertes posibles y 43 posibles casos identificados. Cabe
destacar que la República Democrática del Congo cuenta con un sólido historial
de contención de brotes previos.
“Las pandemias pueden atacar en cualquier lugar, y todas las personas
corren peligro, especialmente la población pobre y vulnerable”, manifestó Jim
Yong Kim, presidente del Grupo Banco Mundial. “Debemos ser capaces de romper de
una vez por todas el ciclo de pánico y desatención en nuestra respuesta a las
graves amenazas que plantean las enfermedades infecciosas. Tenemos que
asegurarnos de que estamos preparados, de forma que el próximo brote no se
convierta en la próxima pandemia”.
No invertir en preparación es particularmente cortoplacista,
considerando su bajo costo frente al impacto devastador de una pandemia. En los
países de ingresos bajos y medianos en los que se ha calculado el costo del
financiamiento de la preparación, la inversión requerida es de aproximadamente
USD 1 por persona al año.
“Países y asociados internacionales para el desarrollo deben reconocer
la gravedad de las pandemias y hacer sus aportes para sufragar la preparación”,
declaró Recep Akdağ, ministro de Sanidad de la República
de Turquía. “Si no lo hacemos ahora, nos encontraremos perdiendo
décadas de salud y beneficios económicos cuando nos veamos afectados por el
brote de una enfermedad infecciosa”.
El IWG, establecido en noviembre de 2016, presenta 12 recomendaciones de
gran alcance, entre ellas lograr que todos los Gobiernos nacionales se
comprometan a llevar a cabo la evaluación de las capacidades de preparación y
de sanidad animal para finales de 2019; asegurar que los resultados de estas
evaluaciones se traduzcan en planes de acción con estimación de costos,
respaldados por propuestas de financiamiento y supuestos de inversión; reforzar
los recursos fiscales, incluidos impuestos específicos, para financiar la
preparación; asegurar que los donantes cumplan sus compromisos, centrando la
asistencia para el desarrollo en grandes gastos de capital que los países no
pueden costear, en iniciativas regionales y en Estados frágiles, y asegurar que
los riesgos económicos de las enfermedades infecciosas se tengan en cuenta en
las evaluaciones macroeconómicas y la toma de decisiones en materia de
inversiones, al igual que otros riesgos sistémicos.
“La falta de inversión en preparación para los brotes es crónica y
llevamos esperando ideas innovadoras sobre financiamiento desde al menos la
mitad de los años noventa”, manifestó Margaret Chan, directora general
de la Organización Mundial de la Salud. “La implementación de las
recomendaciones del IWG asegurará que cada país movilice los recursos
necesarios para prevenir, detectar y responder a futuros brotes”.
El objetivo final de una preparación sólida frente a las pandemias es la
seguridad sanitaria universal, lo que significa proteger a todas las personas
de las amenazas a su salud. La seguridad sanitaria universal es un componente
esencial de la cobertura universal de la salud, es decir, una cobertura en
virtud de la cual todas las personas puedan obtener los servicios de salud de
calidad que necesitan sin verse empujadas a la pobreza por tener que pagar de
su bolsillo los costos de la atención médica. La seguridad sanitaria universal,
además de contribuir a que los sistemas de salud sean más fuertes y más
resilientes, también depende de ellos, por lo que es fundamental para el logro
de los objetivos de desarrollo sostenible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario