¡AHÍ LES DEJO ESTA!
Carta A Josneidy
Por Elizabeth Araujo
Con
estupor, pero también con mucha tristeza, te vi el lunes cuando estrellabas el casco de tu uniforme de Guardia del
Pueblo contra el rostro de otra
chica indefensa, semejante a ti, porque a la joven se le había ocurrido salir a la calle a protestar.
No
creo que al día siguiente te hayas sentido orgullosa de esa brutalidad
represiva, mil veces denunciada por las
organizaciones de defensa de los derechos
humanos, y que tú sabes muy bien que son delitos de lesa humanidad y que
nunca prescriben.
El gran problema, Josneidy, es que esa secuencia de
imágenes donde viertes tu
rabia contra otra venezolana ha dado la vuelta al mundo, ha sido publicada por los medios, en las redes sociales, y has
terminado por quedar fichada
como partícipe de un crimen, para el cual no te sirve la excusa de
que cumplías con tu deber.
Sabes
que al hacer valer de ese modo tu autoridad, cometiste un condenable
exceso que hasta hoy lo asociábamos más a
policías y militares varones, o paramilitares,
esos que justifican su "hombría"
infligiéndoles castigos severos
a los detenidos, como es el caso del joven violado con la punta de
un fusil, y que la fiscal general lo niega sin
mostrar las evidencias que prueben
que el estudiante miente y que, en su defecto, debería ordenar su
aprehensión.
Como
mujer, además, sabes lo que significa golpear el rostro femenino,
dejar hematomas en las mejillas, provocar
laceraciones en los ojos, partirle
los labios a otra, y desfigurarla de tal modo que la víctima termine
por odiarse a sí misma, evitando por un tiempo el acto reflejo de
mirarse en el espejo, para no regresar a esos
minutos infernales.
Pasa en las situaciones de la violencia de género, cuando el
marido, hermano o novio castiga con tal
severidad a una mujer, y que pareciera que el atacante disfrutara, porque la domina, se siente
superior y si, le entran ganas, la
viola, tantas veces como quiera, ya que responde al
atavismo
animal que hace siglos el ser humano dejó a un lado en su camino de su evolución.
Pero
quiso la mala jugada del destino que fueras tu, Josneidy, una
venezolana con sueños, angustias y
frustraciones, quien empañara esa jornada
de protesta y que no merecía semejante respuesta.
¿Por qué, Josneidy? ¿Para defender la revolución que
encarna Maduro? ¿Sabes del
lujo en que viven los ministros de este gobierno? ¿Te han contado
alguna vez si vieron a un familiar de Diosdado
Cabello o de Rafael Ramírez hacer
cola para comprar aceite o Harina Pan que llegó al supermercado? ¿Sabes cómo viven las hijas del fallecido Hugo Chávez,
con dinero que bien pudiera servir
parar reparar los equipos médicos dañados en el Hospital de Niños?
En realidad, no albergo ningún sentimiento de rabia hacia ti. Ni siquiera contra tus compañeros que proceden
con igual saña contra los muchachos.
Lo que pasa es que cuando te vi en esa foto vomitar tu ira contra la chica, tuve lástima de ella, e imaginé por
segundos cómo le habrá quedado el
rostro. Pero también elevé una oración por ti, rogándole a Dios que borre de tu espíritu el odio, si acaso fue el odio
el que impulsó tu infortunada
acción.
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