Según estudio realizado por
Siempre que lleve una vida normal, saludable y sin excesos
El donante de riñón vive su
rutina
sin limitaciones
Para
los pacientes con padecimientos crónicos degenerativos cuya consecuencia es la
insuficiencia de algún órgano, la donación representa una oportunidad
invaluable de mantenerse con vida. Tal es el caso de las personas con
insuficiencia renal que necesitan
someterse a este procedimiento debido a que el tratamiento con diálisis ya no
les garantiza mejoras en su calidad de vida.
Si
bien es común que los órganos provengan de donantes cadáveres, las personas en
vida también pueden ser donantes, siempre y cuando se ofrezcan de forma
voluntaria y tenga algún parentesco hasta quinto grado de consanguineidad con
la persona que necesite ser trasplantada. Es decir, hijos, hermanos, tíos,
sobrinos y hasta primos. No obstante, la decisión de ayudar a otra persona de
esta manera, está llena de “mitos” que hacen que la acción no sea tan
frecuente.
La doctora Anabela Arminio,
Coordinadora Médico de Trasplante del Hospital
Universitario de Caracas, explica que opuesto a lo que generalmente se
cree, la salud de la persona que dona un riñón en vida, no disminuye ni queda
limitada, pues el riñón restante suple la función del ausente. Lo
único que debe hacer la persona después de donar su órgano, es llevar una vida
sana, sin fumar, ni beber en exceso.
A
su juicio, el estilo de vida saludable, debe estar acompañado de control médico
periódico. “Al donante, luego del procedimiento, debe vigilársele la función renal mediante pruebas de
laboratorio y la tensión arterial para descartar
y prever irregularidades. Lo mismo pasa antes de la intervención, pues con la
intención de evitar complicaciones a futuro, a quien desee ser donante se le hace
una revisión minuciosa de su estado de salud y función renal para descartar que
padezca patologías como: hipertensión arterial, diabetes, infecciones urinarias,
entre otras que pudieran conducir a alguna alteración en la función del órgano
más adelante”, aclara.
En
cuanto a la nefrectomía -intervención
quirúrgica a la que se somete el donador-, admite que es una cirugía
físicamente dolorosa debido a la incisión que se hace para la extracción del
órgano. Sin embargo, resalta que es un malestar que se alivia paulatinamente en
las primeras horas después del procedimiento y ya al tercer o cuarto día,
la persona se siente aliviada.
“Actualmente, esta cirugía tiende a hacerse por laparoscopia
con lo cual las complicaciones quirúrgicas y los tiempos de recuperación post
operatoria disminuyen notablemente”,
agrega.
Para
finalizar, la especialista destaca los avances que en esta materia se han dado en el país. En este
sentido, destaca el Artículo 27 de la
Ley sobre Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células en Seres Humanos
en Venezuela, que establece que toda persona mayor de edad, civilmente
hábil, a quien se le haya diagnosticado la muerte, se presumirá donante de
órganos, tejidos y células con fines terapéuticos, salvo que existiese una
manifestación de voluntad en contrario, hecha al Sistema Nacional de
Información sobre Donación y Trasplante, adscrito al Ministerio del Poder
Popular para la Salud. “Quien toma la
decisión de donar, está regalando vida”, expresa.
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