¡Cuidado! Los efectos a la salud es lo más grave
PREVENCIÓN
Bachaqueros Estafan
Vendiendo
Productos
Falsificados y
Adulterados
Una nueva
modalidad de venta en la “profesión del bachaqueo” se está comenzando a
expandir entre quienes manejan este mercado paralelo, que ha sido señalado como
unos de los causantes de la crisis en Venezuela. De acuerdo con lo investigado
por la periodista Narkys Blanco del medio Últimas Noticias, los bachaqueros ya
no solo obtienen productos regulados para luego revenderlos por 5 veces su
valor, sino que también los falsifican y adulteran para obtener más ganancias.
Hace dos semanas, en Petare, Lucía Reina compró un kilo de café en Bs 1.800.
Cuando llegó a su casa en La Dolorita con el afán de prepararlo, abrió la bolsa
y lo que consiguió fue borra, es decir, el café ya usado. Según un bachaquero
que trabaja en Coche y no se quiso identificar, el café, el arroz y el jabón en
polvo y en pastilla son los más fáciles de alterar.
“Con el arroz lo
hacemos vaciando el paquete original por un huequito pequeño y por ahí metemos
alpiste. Para que parezca arroz lo sancochamos primero y tostamos en la cocina
y queda como arroz integral”. Con el café es simple: usan el normal y la borra
que queda, la secan en un paño, la pasan por un colador y la echan de nuevo en
los empaques. “Tenemos una selladora que es como una plancha de esas con las
que se cierran las bolsas de los tostones que se venden por ahí. Es una máquina
que con el calor vuelve a cerrar las bolsas y parece que nunca han sido
abiertas”. Explicó que para el jabón el proceso no es igual de fácil, sin
embargo, “de una bolsa de un kilo sacamos ocho kilos, lo mezclamos con un polvo
sin olor que se usa para matar chiripas que venden en las distribuidoras de
productos, en Propatria. Se llama Limpiecito y cuesta 200 bolívares el kilo.
Compramos tres o cuatro y, al mezclarlo con el jabón, se convierte en ocho
kilos. Cada bolsa la vendemos en 2.500 bolívares, dependiendo de la marca. Para
cerrar la bolsa utilizamos el mismo procedimiento que con el café y el arroz”.
En las cuatro bolsas del polvo de chiripas invierten Bs 800, y Bs 190 en un
kilo de jabón en polvo regulado. En total invierten mil bolívares para sacar
ocho kilos de jabón por un precio de Bs 2.500 que les deja una ganancia de Bs
20 mil. Agrega que hay productos que no se pueden alterar como la pasta o la
harina, tanto por la presentación como por lo complicado de los empaques, que
no son fáciles de cerrar. Desvergonzadamente aclara: “No siempre vendemos lo
mismo, un día el café, a los tres días un arroz y también cambiamos de lugar
porque si no la gente nos cae encima”. La onda artesanal. Muchas personas han
desarrollado la inventiva y aprovecharon la escasez para elaborar algunos
productos casi a mano (en cooperativas o por particulares). Pero en esta ola
también se montaron los bachaqueros. Unas hermanas en Catia, específicamente en
Plaza Sucre, venden jabones y “azúcar artesanal”. Ambos productos son más caros
que el de sus pares “comerciales”. Alegan que “son hechos a mano” y en el caso
del azúcar es “refinada”. Cada bolsa de medio kilo la venden en Bs 1.800.
Más adelante, en
Pérez Bonalde, hay un tarantín de mantequilla “artesanal”. Allí Miguel Soto
vende 700 gramos, en envases de plástico blancos, por Bs 1.300. Al preguntarle
sobre la procedencia del producto dice que viene de Altagracia de Orituco, en
el estado Guárico, aunque otros comerciantes aseguran que el origen real es la
charcutería El Batacazo, que está a 100 metros de su puesto. Ante esta denuncia
Últimas Noticias hizo seguimiento al vendedor y pudo constatar que el señor
Soto, de aproximadamente 60 años, en efecto compra la mantequilla en la
charcutería y en el mismo lugar la vacía en los potes que compra en el local
chino de la segunda transversal de Los Flores de Catia. Este procedimiento lo
hace todos los días sin ningún tipo de higiene ni control. Esa misma
mantequilla detallada tiene un valor de Bs 400 en cualquier charcutería. Para
todos los gustos. Los bachaqueros se han dateado estas prácticas deshonestas de
zona en zona y cada día son más los productos que intentan falsificar. En
Puente Baloa, en Petare, reinan los productos de limpieza sin ninguna marca
comercial. La razón de esto es que la mayoría son falsos: agua mezclada con
colorantes. “El cloro se altera fácilmente al colocarlo a un punto de
ebullición más alto, 239,11 grados, y con cualquier colorante agarra su color
natural que es amarillo verdoso”, explica el químico Ernesto Azuaje. Agrega que
no tiene peligro de contaminación pero tampoco cumple la función de desmanchar.
Nilda Pérez, habitante de Casalta II, fue víctima de estos productos de higiene
cuando compró un trío de jabones de olor en el mercado de Coche. “Cuando lo
abrí eran papeles que habían mojado y secado, y que cuando se secaron los
metieron en el empaque. No me di cuenta al comprarlos porque estaban duros y
pesaban, tenían la misma consistencia que el jabón. Luego de sacar todos los
papeles me di cuenta de que había además una piedra”. Es usuaria recurrente de
ese mercado y asegura que después de esa vez vio a las mismas personas que le
vendieron el jabón vendiendo otros productos.
Es peor el
remedio. Los medicamentos que escasean en el país también se consiguen en los
tarantines improvisados de la calle. Lo más común: anticonceptivos y pastillas
para enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión. Los fármacos son
vendidos a un precio muy por encima de su valor real porque muchos de ellos
dejaron de verse desde hace meses. En Quinta Crespo bachaqueros consultados
aseguraron que ellos no pueden preocuparse por la salud de los demás. “No
podemos dejar de vender porque las medicinas tengan o no fecha de vencimiento o
porque alguien la tenga indicada o no. Nosotros las conseguimos y las vendemos
así tal cual. Las que tenemos en la casa sin usar también las vendemos”.
Cuentan que la gente les consulta como si fuera en una farmacia, “preguntan si
eso sirve o no para la tensión o si les hará daño pero nosotros no sabemos nada
de eso, las vendemos y ya”, dice una de las jóvenes menores de edad que lidera
la venta en el mercado. Según el artículo 77 de la Ley de Medicamentos,
aprobada en el 2000, quienes expendan o despachen medicamentos deteriorados o
caducados que incumplan las exigencias relativas a su composición, estabilidad
y eficacia, y con ello pongan en peligro la salud o la vida de las personas,
“serán castigados con penas de prisión de seis meses a dos años; multas
equivalentes a 360 unidades tributarias (U.T.) e inhabilitación especial para
ejercer la profesión u oficio de seis meses a dos años”. A principios de abril,
durante la instalación de los comités locales de abastecimiento y producción,
el presidente de la República, Nicolás Maduro, informó que descubrieron una red
que falsificaba récipes médicos para desviar la distribución de medicinas a
través del 0800SaludYa. “Estaban falsificando los récipes y así robando las
medicinas para la calle, se nos infiltra la corrupción”, aseguró el Mandatario
nacional. Como por arte de magia. Mucho antes de la crisis de productos de
alimentación e higiene personal, algunas marcas habían salido del mercado
porque dejaron de producirse en el país.v
Sin embargo,
ahora vuelven a aparecer muchos de estos artículos que continúan sin ser
elaborados aquí. Quienes pisan el bulevar Pérez Bonalde, en Catia, muestran su
asombro al ver ahí artículos de aseo personal y comida que tenían años sin ver.
El aromatizador Rexona para los pies a Bs 1.700 es uno de los primeros frascos
que se ven en una caja de cartón; pero no es solo una, hay más de cinco docenas
de venta al público. Más adelante, otro vendedor ofrece un frasco de Sandwich
Spread de Kraft, una crema para untar que se perdió de los anaqueles hace años.
Otro desaparecido es el queso amarillo Facilistas, casualmente también de la
Kraft, que de la misma forma dejó de venderse hace años, pero los bachaqueros
de Catia lo tienen por grandes cantidades en una cava “caleta” en una venta de
papas. El precio del paquete pequeño es de Bs 2.500 y el grande en Bs 4.000. La
respuesta de los vendedores ante esos productos es: “nosotros hacemos magia”. Y
ante la sorpresa por los precios, responden: “es que eso viene de afuera y
debemos pagar muchas alcabalas”. En Petare pasa igual, pero con las medicinas.
Hay Merthiolate para las heridas, colonia Jean Naté y productos Ebel para el
cuidado personal. Todo esto frente a la mirada complaciente de las autoridades
policiales.
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