¡Y QUÉ!
Un gobierno asustado
Salomon Benshimol R.
El ejecutivo sabotea a la Asamblea Nacional
valiéndose de su actual poder militar-cívico, a través de fastidiosas y largas cadenas
televisivas el mismo día y hora en que esta sesiona
El
culillo se reconoce cuando los cobardes que los sienten no se atreven a
enfrentar la realidad por ese miedo que les recorre muy adentro de su ser y les
da miedo a enfrentarse a las realidades que les corresponde afrontar.
El caso más descarado es el temor de los actuales gobernantes de acudir a unas
elecciones en donde se ponga en juego la absoluta voluntad del pueblo en elegir
a sus rectores o representantes; miedo de presentar a sus candidatos hasta en
la elección de una reina de carnaval, ya que saben que están perdidos.
El haber tenido que
sentir el peso de 14 millones de votos en su contra les abre el culillo de no
querer realizar elecciones de gobernadores y alcaldes y haber abortado el
Referendo Revocatorio donde se debía haber destituido al Presidente de la
República, un hecho que demuestra ese gran temor que manifiestan los actuales
jerarcas del actual régimen y en donde se sienten apoyados por las bayonetas de
un sector militar del país. Les recuerdo a esos seudos gobernantes lo que
manifestó siempre el presidente Luis
Herrera Campin: “Los militares son leales
hasta que dejan de serlo”, lo cual es una gran verdad y que ha quedado
demostrado en diferentes hechos históricos a nivel mundial.
El poder ejecutivo, a
través del Tribunal Supremo de Justicia,
ha
querido hacer desaparecer a la Asamblea Nacional impugnando y anulando todos
sus actos administrativos y de aprobación de leyes que han realizado desde el
mismo día que iniciaron sus actividades parlamentarias. Sabotea a la Asamblea
Nacional valiéndose de su actual poder militar-cívico, a través de fastidiosas
y largas cadenas televisivas el mismo día y hora en que la Asamblea Nacional
plantea y discute, con argumentos sólidos y reales, el abandono gubernamental a ese pueblo
necesitado y las realizan a la misma hora que se llevan a cabo tan importantes
sesiones parlamentarias. ¿Su
único fin? Impedir que nuestro pueblo pueda
escuchar las verdades que se dicen en las discusiones que ahí se llevan a cabo
para lograr aplicar los correctivos necesarios y lograr una verdadera paz en
Venezuela. ¡Eso
es y se llama culillo!.
Pero este pueblo bravo
y digno no debe quedarse callado. Lo primero que tenemos que hacer es tomar las
calles y protestar enérgicamente, cumpliendo con lo que nos permite nuestra
Constitución y las leyes vigentes, además de que no debemos seguir en las mesas
de diálogo, ya que hemos visto que el gobierno de Nicolás Maduro no cumple los
acuerdos que allí se toman. Nuestras protestas deben ser en cualquier lugar, se
esté en el supermercado, el cine, los templos, en los autobuses, en plena
calle, en los consultorios médicos. Debemos denunciar todos los actos
demagógicos, como lo es el aumento de salario sin congelar los precios, ya que
solo traerá más inflación. Sin haberlo cobrado ya tenemos que pagarlo cuando
vamos a comprar cualquier alimento o artículo necesario para poder vivir con
decencia y decoro. También debemos, de una vez por
todas, acabar con el mito de “Chávez
vive”, ya que todos sabemos que está muerto y enterrado en el Cuartel de la
Montaña y que nosotros sepamos el único que ha resucitado entre los muertos fue
Nuestro Señor Jesucristo.
¡La
victoria solo se obtiene peleando! y nosotros tendremos que pelear, constitucional
y democráticamente, para encontrar la verdad, que no es otra cosa que la
libertad de Venezuela y de todos los venezolanos
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