Llego el momento de
decir
¡Ya basta!
Llegó el momento
de decir ¡basta! Llegó el momento de
no aceptar más amenazas, insultos, insinuaciones, golpes y maltratos. Han sido
14 años de aguantar, de bajar la cabeza, de no responder; de ni siquiera verlos
a la cara. De ver y sentir como nos vejan, como nos dejan sin casa, sin
trabajo, sin vida propia, y no tener más remedio que apretar los puños y
voltear la mirada. De sentir que nos pisotean, y lo peor, que se burlan de
nosotros de la manera más descarada y frente a nosotros. ¿Es que no somos iguales; que no somos tan venezolanos como ellos?
Ya basta de sentirnos parias, de cambiarnos de acera, de bajar la voz y tragar
grueso mientras ellos se pavonean con su arbitrariedad y su malandrismo. De tener que aceptar lo
inaceptable y rumiar entre dientes una grosería. Ya basta de mostrarles temor,
cuando sabemos que son menos y que ellos sí son unos cobardes. Ya basta de ver como manipulan la
justicia a su favor y de la manera más descarada. De ver como se violan las
normas nacionales e internacionales del derecho, de la justicia, de la lógica.
Ya basta de ver como hacen lo que les da la gana; de ver que son "guapos y apoyaos", cuando
realmente son un montón de cobardes que se sienten protegidos por ese "poder relativo" que es el
estar en el gobierno. Después de leer las declaraciones del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello,
justificando los hechos acaecidos el domingo pasado en la placita de Cotiza. De tener la desfachatez de
decir que "esa es la manera como debe reaccionar la gente frente a los
partidarios de la oposición", creo que ya hemos llegado al punto
de no retorno. Ya es suficiente de que nos llamen: "traidores, vendepatria, escuálidos, cochinos, majunches, bolsas,
imperialistas y un sinfín de epítetos más...(Lástima no tener la lista
hecha por mi amigo y colega, Ronald Nava, que creo recogía toda la
"catajarra" de insultos); pero repito, ya llegamos al llegadero ¡No más! Lo que pasó el domingo 4 es el inicio de lo que nos
espera. Los que actualmente detentan el poder no están dispuestos a perder, a
reconocer que su tiempo pasó; que el país pide un cambio y no es el prometido
por aquel Hugo Chávez, que victorioso y exaltado se quitó la corbata en la
antigua (y expropiada) sede del Ateneo de Caracas, prometiendo un cambio que
jamás llegó. Que los venezolanos no quieren más imposiciones, más dirigentes "majunches" (y aquí sí queda
bien utilizado el adjetivo calificativo, ya que se aplica a los funcionarios
públicos que han desfilado por este gobierno y han sido realmente ineptos). Que
el país entero se quedó esperando por un río Guaire limpio, una solución
habitacional sin necesidad de tener que usar franelas y gorras de color rojo;
por un sistema de seguridad social eficiente, donde no estemos en manos de "médicos integrales", que no
son ni lo uno ni lo otro, y por efectivos policiales que además de infundir
seguridad, también nos demuestren que son "efectivos"
en el cumplimiento de sus funciones. Nos hartamos de la regaladera de dinero a otros países que jamás van a cancelar esa
deuda; de un Presidente que se cree "líder
intercontinental" y ni siquiera es respetado por sus vecinos. Nos
hartamos de las mentiras y de actuar de buena fe y que al final, ellos, el
gobierno, haga lo que le da la gana, como ha pasado con el nuevo reglamento de
deportes, entre muchísimos otros casos. Estamos cansados, por no decir ¡Hartos! de tanta vejación, de tanta
humillación. Las palabras de Cabello, unidas a las del vicepresidente Elías
Jaua, (aquel mismo que los años 80, en los alrededores de la UCV se dedicaba con otros secuaces de Ruptura y el CLP a quemar autobuses y
vehículos particulares o públicos. Porque ¡yo
sí me recuerdo Elías!, quien dijo que "habían
tomado el poder para no dejarlo nunca". Pues no, todo tiene un límite,
un tiempo establecido y el de este gobierno está llegando a su fin, y la
primera campanada fue el 12 de febrero. Y es aquí donde insisto en la necesidad de perder el miedo;
de no seguir aceptando más humillaciones y de actuar cada vez más apegados a
las normas democráticas. No es que salgamos a caernos a trompadas y a tiros con
ellos, que es lo que muchos del Psuv
quisieran. De ahí a la guerra civil, no hay mucho. Eso no es lo que debemos
caer. Seamos inteligentes y prácticos. La campaña electoral será muy sucia; acciones
como las de Cotiza se repetirán con
seguridad y a esto se unirán acusaciones sin fundamento, montajes, extorsiones
y cualquier cosa escatológica que puedan producir las mentes de los cagatintas,
¿moderadores de TV? y demás
funcionarios tarifados de este gobierno. Por cierto, un gobierno que no acepta
ningún tipo de acercamiento o de posibilidad de confraternizar, como sucedió en
el estado Falcón entre Capriles y el locutor de VTV, al cual en esa cochinada de programa nocturno le dijeron hasta
de que mal iba a morir. Eso no puede
ser.
El Estado debe
avocarse a ofrecernos seguridad, salud y educación. Para lo demás debe estar el
sector privado, que de la mano con ese Estado construya, planifique, desarrolle
y realice lo que los ciudadanos necesitamos. No queremos un Estado entrometido en
áreas, que no es que sean de su incumbencia, pero que con solo dictar las
normas claras y precisas, puede controlar y dirigir sin caer en la necesidad de
expropiar y de ocupar ¡porque me da la
gana!.
Mario A. Beroes
Ríos
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