Venezuela:
¿Cerca de
un default?
“En mayo pasado, Venezuela hizo una
emisión “privada” por US$ 5.000 millones en bonos a 10 años con cupones del 6%.
Para poder colocarla, tuvo que dar un descuento del 40% por lo que apenas
recibió US$ 3.000 millones”. ¿La diferencia?, US$2.000
millones, es la compensación que demandan los inversionistas por tomar el
riesgo del país.
Se aproximan los primeros días de Octubre,
en donde el Gobierno de Venezuela debe afrontar US$5.200 millones en pagos de servicio de deuda. ¿Pagará?
¿Tiene suficientes fondos líquidos? ¿Reunirá los fondos mediante una venta
apresurada de CITGO, filial de PDVSA, la empresa petrolera estatal de
Venezuela? ¿Los recursos que tendrá la creación del Fondo Estratégico de
Reservas, anunciado por el gobierno, con 750 millones de dólares será
suficiente?
Es una buena pregunta. Otra pregunta
diferente es si Venezuela debería pagar.
Es cierto, que lo que deberían hacer los gobiernos no está totalmente
divorciado de qué es lo que efectivamente harán, pues en general la gente hace
lo que debe. Pero las preguntas que involucran “debe hacer” traen consigo juicios morales que no están presentes
en las preguntas que involucran “hará”,
y por eso suelen ser mucho más complejas.
Uno podría decir que siempre que se pueda cumplir
con las obligaciones asumidas, eso es lo que se debería hacer. Es lo que la mayoría de
los padres enseñan a sus hijos.
Pero el cálculo moral se complica cuando
es imposible cumplir con todos los compromisos y se hace necesario decidir
cuáles cumplir y cuáles no. Hasta ahora, bajo el ex Presidente Hugo Chávez y su
sucesor, Nicolás Maduro, Venezuela ha optado por pagar religiosamente sus bonos
de deuda externa, gran parte de los cuales están en manos de venezolanos ricos
y bien relacionados.
Yordano, el popular cantante venezolano,
probablemente tendría un orden de prioridad diferente. Diagnosticado con
cáncer hace algunos meses, debió lanzar una campaña en las redes sociales para poder
conseguir las medicinas necesarias para su tratamiento. La gran
escasez de medicamentos y material quirúrgico en Venezuela es una
consecuencia directa de un default de US$3.500 millones del gobierno con
importadores de farmacéuticos.
Algo similar ocurre en el resto de la
economía. Los retrasos con importadoras de alimentos alcanzan ya US$4.200
millones, lo que ha producido una grave escasez en productos de la canasta
básica. En el sector automotriz, el incumplimiento supera los US$3.000
millones, lo que ha resultado en el colapso del transporte por falta de
repuestos. A las aerolíneas se les deben otros US$3.700 millones, lo que
ha llevado a varias a suspender sus vuelos y redujo la oferta de cupos en
50%.
En Venezuela, los importadores deben
esperar seis meses luego que sus productos pasan por la aduana para poder
adquirir dólares previamente autorizados. Dado que el gobierno ha optado por
incumplir estas obligaciones, muchos importadores han venido acumulando una
abundante cantidad de moneda local. Durante un tiempo, la falta de acceso a
divisas fue compensada con préstamos de proveedores extranjeros y casas
matrices, pero las deudas acumuladas y las pérdidas debido a las sucesivas
devaluaciones han acabado con su paciencia y cerrado el crédito.
La lista de defaults es interminable.
Venezuela está también en mora con los proveedores, contratistas y socios en
joint-ventures de PDVSA, con lo cual las exportaciones de petróleo han
caído 45% en relación con 1997, y su producción apenas roza la mitad de lo
que el plan de 2005 había previsto para 2012.
Más aún, el Banco Central de Venezuela
también ha incumplido con su obligación de mantener estabilidad de precios,
habiendo casi cuadruplicado el dinero en circulación en 24 meses, lo que ha
hecho que el Bolívar pierda el 90% de su valor en el mercado negro y
que la tasa de inflación sea la más alta del mundo. Para colmo de males, el
Banco Central también ha incumplido con su obligación de publicar la inflación
y otras estadísticas esenciales.
Venezuela funciona con cuatro tipos de
cambio, donde el más fuerte está 13 veces por encima del más débil. Así las
cosas, no ha de sorprender que el arbitraje cambiario sea el negocio más
rentable en el país, lo que ha impulsado la corrupción venezolana a las
posiciones más altas del ránking mundial.
Todo este caos es consecuencia de un
déficit fiscal colosal que ha sido cubierto a través de creación de dinero,
represión financiera, endeudamiento y defaults – aún a pesar de la bonanza
petrolera que se deriva de un precio del barril de US$ 100.
El gobierno, en lugar de atacar las causas
del problema, ha optado por complementar los controles cambiarios y de precios
con el cierre de las fronteras y la colocación de lectores de
huellas dactilares de los compradores, con el fin de evitar el “acaparamiento”.
Estas medidas que se plican en Venezuela no se observan, por ejemplo, en
Bolivia, Ecuador y Nicaragua; tres países que mantienen una ideología política
similar pero mantienen un único tipo de cambio y una tasa de inflación de un
dígito.
¿Debería Venezuela hacer
default? Si las autoridades adoptaran políticas con sentido común y buscaran el
apoyo del Fondo Monetario Internacional y otros prestamistas multilaterales,
como lo suele hacer la mayoría de países en problemas, se le aconsejaría
renegociar la deuda externa. De esa forma, el peso del ajuste se compartiría
con otros acreedores, como ya ha ocurrido en Grecia, y la economía ganaría
tiempo para recuperarse, particularmente en la medida que empiecen a madurar
nuevas inversiones en las reservas petroleras más grandes del mundo. Los
tenedores de bonos harían bien reemplazando sus papeles actuales por
instrumentos de más largo plazo que se beneficiarían de la recuperación
económica.
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