domingo, 3 de febrero de 2013

Ante la cruda realidad Se imaginan
¿Carta de Osmel a Maduro?
Aunque quizás usted esté casi tan ocupado como yo, sé que esta carta capturará su interés, considerando:1) Que soy cubano (de la de antes, pero Cuba al fin).
2) Que presido (de manera vitalicia) la única institución seria y competente que queda en pie en Venezuela .
3) Que soy experto como nadie en tomar medidas.
4) Que a diario sobrevivo a intrigas, zancadillas, oropel y celos.
5) Que varios me quieren serruchar el puesto.
6) Que no hay ser en este planeta que sepa más que yo de finalistas, reinados breves y sucesiones.
7) Que la gente me jala bastante mecate.
8) Que me encanta hacer lo que me da la gana, pues por algo soy la única autoridad monárquica en Venezuela y una leyenda incluso en el exterior.
9) Que sé que cuando algo sale mal la culpa es de la competencia envidiosa e intrigante (¡asco!)
10) Que soy profundo sólo en lo que me interesa e ignorante en el resto (la mayoría) de las cosas, como usted.
Por todo eso, en medio de mis múltiples ocupaciones quiero ayudarle en estos confusos momentos que le corresponde vivir. A mí también me ha tocado experimentar esas situaciones en las que se me escapa un reinado en el último minuto sólo por un “formalismo” ¿acaso a los premios Nobel les piden ser bellos?, digo yo. Entonces, ¿por qué ese empeño en que mis niñas sean, además de espectaculares, capaces de responder en 30 segundos esas cosas rebuscadas que les lanzan en vivo frente a millones de personas?. No hay derecho a tal formalismo. La más bella ¡lo es y punto!. O sea, yo a usted lo entiendo. Pero sucede que no siempre se puede ganar, Sr. Maduro. Todos sabemos que la venezolana es la mejor en cualquier concurso, pero si siempre triunfamos los demás países no mandarán más misses y se acabarán los certámenes. Es así como degollar a la gallina de los huevos de oro o caerle a palos al burro que nos lleva la carga hasta matarlo. ¿Me explico? Por eso le recomiendo que deje el abuso, porque un día de estos ¡amanecerá sin ninguno de los cargos que ostenta!.
Esa es otra cosa: nada más feo que una misma miss cargando varias bandas. Es mejor repartirlas, y así más niñas, papás y mamás contentas. Incluso la menos agraciada (tipo Cilia) tiene la opción de ser Miss Amistad y hasta El “cabello” más lindo (aunque en el caso de la Valera ni eso. Sorry).
Así que concretando, porque ya debo bajar a supervisar los castings del Miss Venezuela 2017 (sí, 2017, leyó bien. Cero improvisación, por algo soy el gerente mejor pagado de este país), le sugiero que aplique esa ley que afortunadamente sólo hemos tenido que usar una vez, cuando Elluz renunció por amor,
mucho antes que yo asumiera la presidencia vitalicia: a falta
de rey, sube el primer finalista. ¿Acaso tampoco se ha percatado que Miss Miranda siempre es finalista?¡Hello! Eso es tan básico que te lo puede entender hasta Evo, Vallenilla o Insulza. En fin, para ganar una corona hay que sudar mucho. Y usted, Sr. Maduro, ¡ni siquiera ha concursado!. A ubicarse en la vida, pues.
Su excelencia, Osmel I
¡Patria, Bikini o Muerte!


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